El camino hacia una mente sana
Para Fermín Goñi Sáez, el afán de conocimiento ha sido una constante a lo largo de su vida. Esto le ha llevado a tener una formación heterogénea: en la Universidad de Navarra cursó la licenciatura en Comunicación Audiovisual. Mientras trabajaba en Radio Vitoria, estudió Filosofía en la Universidad de Deusto y se interesó por la filosofía de la ciencia y la teoría de la comunicación, por lo que aunó ambos campos de conocimiento en su tesis doctoral (La filosofía científica y la conceptualización del hecho comunicativo).
Mientras realizaba la tesis, cursó la licenciatura de Psicología en la UNED. En la actualidad, armoniza su labor clínica con la investigación en el campo de la filosofía de la psiquiatría, área sobre la que realizará su próxima tesis doctoral (UNED).
Este pamplonés de 40 años casado y padre de un niño de 4, tuvo la oportunidad de trabajar en la Universidad de Liverpool (docencia e investigación en el departamento de ciencias neurobiológicas) pero por motivos familiares prefirió apostar por quedarse en Pamplona y realizó el examen PIR (psicólogo clínico residente), obteniendo plaza y escogiendo la red de Salud Mental de Navarra para llevar a cabo los 4 años de residencia.
Al terminarlos, el director de la Fundación Argibide (Ignacio Mata) le propuso trabajar con ellos. Considera el hecho de haber aceptado su propuesta como una de sus mejores decisiones profesionales.
La Fundación Argibide se constituyó en noviembre del año 1976, siendo sus miembros fundadores Vicente Madoz Jáuregui, Pilar Marticorena Maeztu y Pedro Enrique Muñoz Rodríguez. Fue declarada de interés social por la Diputación Foral de Navarra en febrero de 1978. La misión que ha vertebrado el desempeño humano de la Fundación ha consistido en promocionar de forma integral la salud mental y contribuir al desarrollo de la asistencia psiquiátrica mediante: el desarrollo científico; la docencia y pedagogía en la formación de especialistas; el asesoramiento a otras instituciones y particulares y la asistencia especializada en salud mental.
Fermín afirma que, si hay una forma crítica, humana, científica y multidisciplinar de entender la Salud Mental en el sistema social de Navarra es gracias a los fundadores teórico-clínicos de la fundación. Por lo que, la responsabilidad de mantener este legado junto con el equipo humano miembro de la fundación es una brújula en su labor profesional.
¿Qué es lo que más amáis de vuestro trabajo como psicólogos en Fundación Argibide? ¿Cuáles son los aspectos más desafiantes de vuestro trabajo?
El privilegio de participar ―guiados siempre por el respeto y por la naturaleza asistencial y terapéutica de nuestra disciplina― en las historias vitales de las personas que acuden a nuestra Fundación. Ese escenario cooperativo de construcción terapéutica y de aprendizaje existencial donde un ser humano transmite todo lo que sabe e interpreta de sí mismo (sufrimiento, creencias, miedos, deseos…) a otro ser humano que se ha formado en el área clínica de la psicología como ciencia aplicada con el fin de ayudar y acompañar pero que desconoce a priori todo lo que va ir aprendiendo gracias a ese escenario terapéutico constituye un hecho singular y único que detalla la naturaleza más diferencial y genuina de nuestra profesión. El conocimiento científico de la enfermedad mental y la modelización teórico-clínica de la misma. La formación continuada en el aprendizaje y la aplicación de intervenciones psicoterapéuticas. La compresión multifactorial del sufrimiento humano mediante el análisis crítico de las diferentes variables que intervienen (persona, contexto familiar, nicho social, ámbito laboral…). La promoción continúa de la dimensión ética en la aproximación a la persona: su autonomía, su capacidad decisional, su desarrollo personal, etc.
¿Qué parte de vuestro equipo de trabajo es esencial? ¿Hay algún elemento que nunca debería faltar?
Para describir de una forma más visual lo esencial de nuestro trabajo, pediría al lector que imaginara nuestro cerebro. Se trata de un sistema neurobiológico formado por billones de neuronas que han generado ―en interacción con el ambiente― un número ingente de conexiones que se distribuyen en patrones que posibilitan la emergencia de lo que somos: pensamiento consciente, cogniciones automáticas, conductas, emociones, moralidad, etc. Si lo esencial ―según mi interpretación de este extraordinario sistema neurobiológico― son las conexiones y los patrones, en la Fundación Argibide lo esencial ―empleando el símil― son las conexiones y los patrones que generamos entre las personas que trabajamos en este nicho: el trabajo coordinado, coherente, cooperativo y crítico entre los distintos roles (psiquiatría, trabajo social, psicología clínica…). Estos patrones de conexión no deberían faltar nunca; porque su ausencia o desconexión provocaría un acercamiento atomizado al paciente y una visión muy reduccionista de la salud mental. Sería como un cerebro atestado de neuronas que ante la desconexión global generarían o bien una actividad caótica o bien una inactividad disfuncional.
¿Cuándo debo acudir a un psicólogo clínico? ¿Cómo será la terapia?
El primer indicador nuclear para acudir a un psicólogo clínico es la identificación de malestar. Este malestar puede ser una novedad en la vida de la persona (“nunca me había sentido así”), puede llevar tiempo presente (“no consigo mejorar”) o puede acontecer de forma muy parecida a situaciones pasadas de la vida (“hace años me sucedió lo mismo”). Este malestar se puede experimentar de distintas formas: a nivel emocional (tristeza mantenida, ansiedad, inestabilidad…), a nivel neuro-cognitivo (pensamientos obsesivos, pensamientos alejados de la realidad, pensamientos de incapacidad, de deseo de acabar con la vida…), y a nivel neuro-conductual o comportamental (agresividad, inactividad, exceso de impulsividad).
El segundo indicador es que el malestar este provocando dificultades de adaptación en las áreas vitales de la persona. Estas dificultades pueden llegar a generar disfunción significativa a nivel personal, familiar, laboral… El tercer indicador consiste en advertir que las diferentes soluciones que o bien el paciente o bien las personas que le acompañan en su vida han intentado para modificar (mitigar, extinguir…) el malestar no han sido exitosas.
La forma de trabajar en psicología clínica que promovemos en la fundación sigue un proceso hasta llegar al tratamiento/terapia. (A) exploración de la historia vital de la persona ―en general― y del proceso de malestar actual ―en concreto―; (B) formulación del caso a través de un diagnóstico clínico y de una explicación argumentada sobre los factores y procesos que permiten al profesional y a la persona “entender” lo que está experimentando; y (C) elección del tratamiento más eficaz (en función de las características de la persona, la información técnica que aporta la literatura científica, y el conocimiento y manejo que presenta el profesional de las diferentes terapias).
En función de ese proceso y del resultado y las conclusiones podemos generar tratamientos de tipo cognitivo-conductual, de corte más narrativo, modelos dialéctico-conductuales, propuestas centradas en la mentalización o meta-cognición, etc. El abanico es extenso pero nuestra guía de elección debe estar acotada siempre por los siguientes parámetros: el paciente, la explicación de su malestar-sufrimiento, y el conocimiento científico de nuestros modelos y de la eficacia de las intervenciones.
¿Qué tipo de problemas se pueden trabajar en una consulta? ¿Cómo saber si la terapia está funcionando?
En psicología clínica el criterio diferencial para iniciar un tratamiento debería ser ―según mi opinión― la presencia de un malestar clínicamente significativo que genera dificultades en la construcción del proyecto de vida (relaciones interpersonales, ámbitos académicos-profesionales, núcleo familiar…). Si hacemos uso de nuestra taxonomía clínica podríamos concretar las dificultades en: rasgos de personalidad disfuncionales, cuadros de ansiedad, cuadros afectivos, patrones de pensamiento obsesivos, dificultades en el control de impulsos, abuso de sustancias, alteraciones del neurodesarrollo, procesos neuro-degenerativos, etc.
Una clave que explica el núcleo programático de nuestra profesión es la idea de que nuestro objetivo como psicólogos clínicos no es mejorar una situación que no presenta relevancia clínica sino “curar” en el sentido más puro del término, manteniendo la premisa hipocrática fundamental de “primum non nocere”: Promover cambios mediante la aplicación de herramientas terapéuticas para (a) lograr que una persona que sufre anímicamente ―que experimenta malestar― se recupere, o (b) provocar que ese sufrimiento desaparezca o se mitigue.
Para generar una evaluación fiable sobre la eficacia de la terapia (respuesta al tratamiento) tenemos tres parámetros que deberían ser revisados con una frecuencia fijada previamente: la percepción subjetiva del paciente sobre el proceso terapéutico y la experiencia de cambio (mejoría percibida); indicadores más clínicos sobre cambios en la manifestación de la dificultad (mejoría clínica) y análisis de cambios en el contexto de vida del paciente (mejoría ambiental): en el área interpersonal, académica, laboral, ocio…
Mejorando la salud mental de la ciudadanía
La complejidad de la mente humana hace que cuando padecemos problemas psicológicos nos sintamos muy vulnerables y se resienta el concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Por eso es necesario acudir a Psicólogos profesionales y de reconocida trayectoria que nos orienten en la consecución de una mente sana. La Fundación Argibide cumple una función social reconocida desde hace más de cuatro décadas, ayudando a mejorar la salud mental de miles de ciudadanos y difundiendo conocimiento acerca de los problemas psicológicos que cualquiera podemos padecer durante nuestras vidas.