Viviendo el arte de la restauración de motos
Rafa Moreno tiene 33 años y es natural de la localidad pacense de Villafranca de los Barros, donde vivió hasta que se mudó a Madrid a completar sus estudios en Ingeniería de Caminos. Desde hace 7 años vive en Sevilla compaginando su trabajo como ingeniero con su pasión por las motos clásicas. Es en su pueblo donde tiene su taller de motos. Allí regresó en el 2011 debido al desempleo y redescubrió la vieja Sanglas de su padre. Comenzó a restaurarla y esa labor cambió su vida, llevándole al camino que hoy transita.
Fue con esa Sanglas 400F que denominan “La Primitiva” con la que empezó todo. Rafa fundó Donkey Motorbikes para compartir lo que hacían en su taller con muchas otras personas que realizaban las mismas labores y para llevar un diario de sus reparaciones y restauraciones. Rafa cuenta con la ayuda de su padre en las restauraciones y con su amigo Carlos (otro apasionado de las motos). Su taller de coches en Sevilla nunca cierra las puertas.
En Donkey Motorbikes están especializados en la restauración de motos clásicas y en la transformación de motos para darles una estética más clásica. A este movimiento, que cada vez tiene más seguidores a nivel mundial, se le denomina Cafe Racer.
¿Cómo os disteis cuenta en Donkey Motorbikes que la restauración de motos y coches antiguos era la actividad que mejor se adaptaba a vuestra personalidad? ¿Qué sentís al realizar este tipo de trabajos?
Desde pequeño he sentido la necesidad de comprender cómo funcionan las cosas. Estropeé innumerables electrodomésticos de mi casa abriéndolos para ver cómo eran por dentro. Supongo que la restauración de motos era algo que simplemente tenía que llegar en algún momento. Me ocurre lo mismo con los coches antiguos, nunca he restaurado uno, pero sé que tarde o temprano lo haré.
Se trata de una afición a largo plazo. Desde que la moto entra en el taller hasta que sale, pasan varios meses (a veces años), en los que vas viendo progresos poco a poco y vas fraguando una relación muy estrecha con la máquina, que parece que te va agradeciendo las horas que dedicas a restaurarla, con pequeños logros y avances.
¿Qué metodologías preferís utilizar para entrenar a vuestros alumnos y por qué?
La restauración de motos es una afición que se cocina a fuego lento. En primer lugar aparece lo que nosotros denominamos "el flechazo", un enamoramiento de la moto a restaurar que hace que te vuelques en conseguirla como sea.
Una vez tenemos la moto en nuestro taller, hacemos un reportaje fotográfico de todas las piezas, para acordarnos de cómo estaban montadas y cuál era su estado inicial. Nos encanta ver la evolución al final de la transformación, "el antes y el después". Desmontamos la moto entera, pieza por pieza, guardando todos los tornillos y una vez más, haciendo fotos de todo. Guardamos cada pieza en una bolsa de plástico con etiquetas.
Siempre empezamos por las tareas de limpieza y desoxidado, primero del chasis y después de cada pieza que vamos restaurando. El chasis se convierte en nuestro lienzo sobre el que vamos montando pieza a pieza. Las piezas que podemos recuperar las restauramos, y aquellas que están muy deterioradas las compramos nuevas o de segunda mano.
Así, paso a paso, vamos restaurando nuestra moto, primero la parte mecánica y, cuando estamos seguros de que todo funciona, procedemos con la componente estética. Acabamos con tapizado y pintura, ya que esas partes podrían estropearse con aceites y líquidos de frenos si no las dejamos para el final.
¿Consideráis que restaurar motos y coches es un arte? ¿Con qué tipo de arte se puede comparar?
Nunca lo he visto así, ya que mi vocación es más de índole técnica que artística. Recupero algo que alguien diseñó y construyó hace muchos años, por lo que pienso que el mérito artístico fue de ese diseñador original, yo simplemente recupero su antiguo esplendor.
Es innegable que las motos y coches restaurados llaman la atención de mucha gente, y existen museos dedicados enteramente a ellos, que reciben miles de visitantes, por lo que el mérito de una restauración es muy grande. Hay verdaderos profesionales en el sector.
¿Qué es lo más difícil de restaurar motos y coches clásicos? ¿Qué hacéis si falta alguna parte y no la encontráis en el sector?
Efectivamente, una de las partes más complicadas a la hora de restaurar una moto o un coche clásico es encontrar piezas originales. Afortunadamente, esto está mejorando notablemente con el acceso a internet, que pone en contacto a restauradores, coleccionistas y fabricantes de todo el mundo. Al ampliarse el mercado están empezando a aparecer emprendedores que fabrican piezas de motos clásicas a sabiendas de que existe demanda de ellas.
Cuando restauramos una moto es habitual comprar otra para utilizarla como "donante". Cuando terminamos esa restauración nos sobran muchas piezas que ya no necesitaremos, por lo que estar en contacto con otros restauradores facilita mucho la labor y puede recuperarse parte del dinero invertido en la restauración, vendiendo esas piezas sobrantes.
Lamentablemente, hay veces que ni con estas facilidades podemos encontrar alguna pieza. En esas ocasiones no queda más remedio que adaptar alguna similar de otra moto o bien fabricarlas nosotros mismos. Aunque a pequeña escala, esta afición genera trabajo en la pequeña industria, como herreros o tapiceros.
Son precisamente esas dificultades, las que hacen de esta afición algo verdaderamente adictivo. Cuanto mayor es la complicación a salvar, más grande es la satisfacción de ver tu proyecto de restauración concluido.
Nueva vida para motos clásicas
En Donkey Motorbikes miman a las motocicletas que restauran. Las atienden de manera paciente y minuciosa, elaborando un preciso plan de actuación al que atenerse durante toda la restauración. Sacan lo mejor de sí mismos para sacar también lo mejor de cada moto. Se convierten en orfebres de la mecánica y vierten su pasión en cada pieza, en cada restauración, logrando proporcionar una nueva vida a los vehículos que restauran.